Esculturas
Cada una de mis esculturas de cartapesta es un recipiente de mito y memoria, moldeada a partir de materiales humildes como papel reciclado, flores o restos de madera.
Busco dar vida a arquetipos atemporales —símbolos de transformación, resistencia y lo sagrado.
Trabajar con papel maché, para mí, no es solo un acto creativo y ecológico, sino también una manera de reconectar con mis raíces venecianas.
Infundo nueva vida en papel desechado, hojas caídas, ramitas y otros fragmentos orgánicos, en un gesto de reverencia hacia la Tierra y sus historias.
Minotauro
Con un cuerpo de papel y una mirada desafiante, nacido en el silencio de retazos y restos de antiguos dibujos.
Sus cuernos, tejidos con una hoja de palma recogida en un paseo distraído, resuenan con los ecos de la sierra y del mar.
Guardián de corredores interiores, continúa su búsqueda,
tratando de hallar la salida de su propio laberinto.
Un símbolo de fuerza, misterio y viaje interior.
Pachamama
Cabeza femenina de cartapesta, símbolo de memoria, fuerza sosegada y sabiduría.
Creada con papel reciclado y fragmentos de la naturaleza, guarda el espíritu de la Madre Tierra, portando historias de pérdida, renacimiento y transformación sagrada.
Frágil y a la vez perdurable, nos recuerda que lo descartado alberga profunda sabiduría.
El Santo Grial
Un cuenco sobre pedestal que es a la vez ofrenda y altar.
Elaborado con papel reciclado, frágil y solemne, acoge la memoria de rituales silenciosos y maravillas ocultas.
Nacido de los restos de la naturaleza, guarda la esencia de los gestos callados de la tierra.
Un testimonio poético de reverencia y renovación.
El Bosque Encantado
Este cuenco acoge más que una forma: hecho de papel reciclado, ramas, hojas y flores recogidas en paseos silenciosos, es una frágil cuna tejida por la memoria de la naturaleza.
El papel maché murmura en sus pliegues, sosteniendo una conversación secreta entre los recuerdos del bosque y la imaginación.
Sara-la-Kali
Una cabeza azul de cartapesta, encarnando a Sara-la-Kali, la santa gitana, guardiana de viajeros y caminantes, diosa nacida del mar de almas nómadas.
A la vez Madonna y mito, protectora de los errantes y custodia de sus recuerdos, elaborada con papel reciclado —frágil pero sagrada, efímera pero duradera— como los viajes de quienes deambulan.
Arca peregrina
Este barco de cartapesta honra el coraje, las pérdidas y las esperanzas de los migrantes.
Frágil como el papel, sus formas parecen mecerse al compás de la resiliencia.
Elaborado con materiales reciclados, su presencia es un susurro de memoria y vida.
Cada pliegue y fragmento narra historias de tránsito y renacimiento.
Fragmenta Terrae
Este cuenco celebra la belleza de la imperfección, inspirado en el kintsugi, donde la fragilidad se convierte en símbolo de sanación y fortaleza.
Hecho con papel reciclado y cartapesta, evoca la calidez de la terracota, mientras que sus bordes fracturados narran historias de renovación y renacimiento sostenible.
Cuna
Este cuenco-cuna acoge la esencia frágil de la naturaleza, meciendo delicadamente formas orgánicas y etéreas.
Modelado a mano con papel reciclado, su luminosidad recuerda la suavidad de la porcelana, mientras sus detalles texturados parecen latir al ritmo del crecimiento y la renovación.
Cada fragmento guarda un susurro de historia, transformando materiales humildes en un pequeño refugio poético de cuidado, sostenibilidad y belleza.
Bisutería
Joyas únicas hechas a mano a partir de materiales humildes y reciclados (periódicos, rollos de papel higiénico, cajas de cartón, papel pintado, envases de pastillas, etc.), fragmentos orgánicos recolectados durante paseos por la naturaleza (ramitas, flores, piñas, hojas) y cartapesta, una técnica que aprendí en el colegio, en Italia, donde nos enseñaban a crear máscaras de carnaval siguiendo la tradición veneciana.